En esta vuelta al silencio y a las pasiones sordas
en las que habitas, morada de un fantasma,
los oídos son pájaros desorientados
rozando el tímpano de la memoria.
Los límites difusos se agrandan en la noche,
corren despavoridos los inciensos carnales
hasta la frontera de un sueño de túnicas blancas.
Un silencio de bóvedas y dinteles
coronan la noche gótica de tu abrazo irreal
y cantan los coros de ángeles en mi piel desnuda
luego te me escapas del poema y del perfume
que aún suenan por la mañana.
No estarás,
pronto no llegarás,
y será el límite apagado de tu sueño
tan sólo una puerta en ruinas.
ana