He de ser breve al contarlo,
pues fue un momento minúsculo:
estabas, eras, hablabas conmigo...
Un giro de tu cuello, la inclinación precisa,
y estabas besando mis labios.
En el vacío de las bocas que no se conocen,
el hueco impreciso, alientos encerrados,
y un rostro, el tuyo, desdibujado,
desconocido.
Desperté,
el corazón aún me palpitaba sobresaltado.
ana
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