Desde el pasado 27 de Mayo y hasta el 5 de Octubre se expone en el MUSEO GUGGENHEIM de Bilbao, la retrospectiva más importante dedicada al artista español Juan Muñoz (Madrid 1953-Ibiza 2001) a nivel internacional: esculturas, instalaciones, dibujos, obras radiofónicas y escritos, algunas de ellas nunca antes mostradas.
Durante casi 20 años Juan Muñoz creó, a través de su personal lenguaje un corpus de una excepcional narratividad. Sus obras, con referencias múltiples a la historia cultural occidental, nos invitan a los espectadores a relacionarnos con ellas creando una fuerte sensación de aislamiento e introspección.
Muñoz adquirió importancia internacional a mediados de los 80 con una serie de instalaciones escultóricas que situaban la figura humana en entornos arquitectónicos concretos. Su fama se debe a su capacidad para crear una tensión entre lo ilusorio y lo real, los actos contrapuestos de observar y recibir, así como al patético aislamiento del individuo inmerso en un grupo o en la multitud.
"- ¿Has dicho algo?
- No, no he dicho nada.
- No, nunca dices nada,
pero siempre vuelves a ello."
Esta, es una pequeña conversación que se repite una y otra vez entre dos figuritas humanas en una de las salas que se le dedican en el museo en estos momentos.
La obra de Muñoz es la obra de un artista preocupado por el hombre contemporáneo que se debate en un mundo de contrarios: ruido y silencio, multitud y soledad, ausencia y presencia, familiaridad y desubicación, estatismo y movilidad.
Una figura, quizá la que más me impresionó fue la figura suspendida en el aire que recuerda a la trapecista("Miss La La aux Cirque Fernando", 1879) que pintó Edgar Degas.
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Las vísceras se retuercen de miedo,
de pudor o vergüenza
como apelotonada lana,
ovilladas.
La lengua estorba y se escapa,
cuelgan diminutas las larvas
que huyen apresuradas y
se anudan en palabras.
El dolor, el pánico, la tortura
inmediata de saber que te suspendes,
que te balanceas en la quietud
de una historia que poco cambia.
Quieto, asomado,
rígido, en la altura
subido a lo más bajo,
al abismo no pronunciado
del delirio y el espasmo.
Dolor sin calma
bajo los gajos
del equilibrio pasivo
de los perturbados.
ana