Miró de reojo cuando subía,
sabía de él, de su voz sabía.
Ocupando un sitio, en la oscura estancia,
sus manos la llevarían hasta él.
Cuando las notas comienzan
a hablar, a él la acercan,
sus manos sudan, sus dedos tiemblan.
La ligera madera resbala,
las cuerdas arden.
Él a oscuras escucha y desmenuza
cada segundo y se deja ir.
Las sonrisas escapan y empapan
la melodía serena y
su voz callada.
Desea cantar, seguir sus notas
pero ella continua, sus manos cantan.
Se hace el silencio, el violín reposa,
la mirada baja.
El cuadro:" The violinist" de John Singer Sargent.