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sábado, mayo 30, 2009

HILO DE NADIE

Me gusta pensar que el poeta, en ese darse a lo puro posible, es como una caña en el aire, que busca el viento de la poesía, para sonar, para sentirse vibrar plenamente y para oirse por dentro.

Lorenzo Oliván. Castro Urdiales, Cantabria, 1968. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo.Es autor de los libros de poemas Único norte , Visiones y revisiones, (premio Luis Cernuda), Puntos de fuga (Premio "Fundación Loewe"), Libro de los elementos (Premio Generación del 27), Vértices y La noche a tientas. En el género sin género del fragmento poético, que persigue la intensidad de la poesía. Cultiva también la prosa reconcentrada del aforismo y la imagen. En ese género fronterizo ha publicado Cuatro trazos, La eterna novedad del mundo, El mundo hecho pedazos y De raíz. Ha traducido a John Keats y a Emily Dickinson. Codirigió la revista de literatura y arte Ultramar. Su obra está recogida en antologías como La generación del 99, Poesía española de hoy o La lógica de Orfeo. Coeditó dos volúmenes en torno a José Hierro, Espacio Hierro, y sobre el mismo autor ha publicado el estudio La palabra viva de José Hierro.

Hilo de nadie, su último trabajo :

una cadena de fragmentos que a menudo chocan entre sí, tenso el hilo roto como viaje hacia la propia identidad que es lo primero en quebrarse pues en toda aventura de conocimiento, como parecía querernos decir Ulises, nos acaba conduciento a esa extraña voz de voces a la que bien podemos llamar Nadie.
En realidad este hilo, que no es de nadie, en lugar de jugar a salvarnos del laberinto nos atrapa para vernos desde dentro, despojándonos de nuestros tejados hechos de prejuicios y costumbres. Un libro que, por lo tanto, nos enhebra y nos alumbra.(http://www.dvdediciones.com/cronicas_hilodenadie.html)



He escogido una "rompiente" de entre tantas:


En la palabra "columna" hay dureza y hay ansias de durar. "Vertebral" nos recuerda que esa columna es frágil.


Lorenzo Oliván

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He visto cómo abrías tu pecho y dejabas entrar a los pájaros del mar,

cómo ellos se adueñaban de tus huecos y los llenaban de nidos.

He visto chocar sus alas contra tu corazón, y algunos han caido al rozarlo.

Desde el centro de tu cuerpo intuyes su canto y su canto es tu llanto.

El recuerdo es el canto, leve como sus plumas desenhebradas.

ana