Bajo la luz quemada, tienen frío los ojos con que buscas
estas horas de octubre y su jardín manchado de ginebra,
hojas secas, silencios que de nosotros hablan al caerse.[...]
Luis García Montero.
Me puse con las cosas que sostenía la tarde,
papeles y carpetas,
abandonos.
Cerré el libro de poemas.
Al hacerlo,
los ojos se tornaron hacia adentro.
Aconteció el momento,
ese,
en que el hueco oscuro en mi pecho
lo ocupa todo.
Llegó entonces el silencio
a los pesebres de mis manos
donde come la ternura
del ser y del querer ser.
Se trae el otoño a mi centro
agotado de caminos y senderos
repetidos tantas veces.
Corren a tropel los remolinos
que
tú soplas bajo la aurora
en los que crece el sur.
Abro de par en par el silencio
que lo llena todo,
con su ámbar callado y adolescente.
ana