Corro hacia el mar, espera líquido,
aspiro el olor del salitre cristalino y caliente.
Cierro los ojos, vuelves, vuelven tus poemas,
(aquel verano escribías estrellas).
Se quedaron algunas agazapadas en mi alma
apuntando al sur donde habitan los hados.
Sin fuerza comprimo el recuerdo
por leer de nuevo en
aquellos astros,
y miro hacia dentro
donde solo tu supiste llegar con ellos.
El cansancio, el conflicto y, clara,
tu ternura,
siempre cerca de estos dedos
que no alcanzan a decirte —todavía—
lo mucho que te añoro.
ana