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viernes, febrero 27, 2009

LA COSTUMBRE


Se establece la costumbre,
el ritual y la norma,
la costumbre de mirarnos
de reojo nos atonta.
Y nuestras manos se acostumbran
también a tocarse,
y la piel ya no se eriza
al tacto de nuestros dedos,
eléctricos antes.
Se acostumbran nuestras bocas
a los insípidos silencios,
comodines afónicos
en el ritual del tedio.
Y ya no escucha nuestro oído
los hábiles susurros
del comienzo del sueño.
La costumbre nos diluye,
nos endurece, nos ciega,
nos ensordece, nos conduce,
la costumbre nos cercena.

ana



Qué triste ser animales de costumbres!