En la humedad del silencio de invierno
blanco extremo y sosegada escritura
un frío crepuscular entumece mis dedos
abandonados a la blancura.
En la recién llegada mañana
de una sospechada calma
emerge el poema, hundido
como un ahogado, desde el fondo
del alma.
No conozco la calle donde me abandono
ni el banco, ni la plaza, ni el tejado
en que quedaron sostenidos otros poemas
por otros fríos, por otras manos,
pero hay algo que los une, bajo un mismo
tempo,
un silencio de blancura y un rocío,
ese sosegado e íntimo abandono.
Es de Roma o de Lisboa el sentimiento,
o de un rastro esparcido por el suelo
de cualquier plaza de pueblo,
donde uno se reencuentra de pronto
con el rostro entumecido y escarbado.
Y es entre las calles de uno mismo
donde de pronto asoma cambiante
y renovado, trasmutado,
el elegido, el nuestro.
Y pasarán delante de nuestros ojos
palomas y susurros extraños
desdeñables hoy, por ajenos,
que nunca surcarán nuestro cuaderno.
Pero es en el retorno de un poema
recordado de pronto, en ese silencio,
cuando reclino mi rostro y padezco
la transparencia de Otros.
ana
"We get to think of life as an inexhaustible well…How many more times will you watch the full moon rise? Perhaps twenty. And yet it all seems limitless." — Paul Bowles, The Sheltering Sky.