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martes, diciembre 21, 2010

LA RUINA DEL NO



CHE FECE … IL GRAN RIFIUTO

A cada uno le llega el día
de pronunciar el gran o el gran
No. Quien dispuesto lo lleva
Sí manifiesta, y diciéndolo
progresa en el camino de la estima y la seguridad.
El que rehusa no se arrepiente. Si de nuevo lo interrogasen
diría no de nuevo. Pero ese
no -legítimo- lo arruina para siempre.

(Constantino Kavafis, trad. por José María Álvarez)
Reparo en el detalle de que Cavafis se ahorra el “per viltade” (“por cobardía”).
Biblia de Casiodoro de Reina: Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas, porque en el sepulcro, donde tu vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría (Eclesiastés, IX,10).

Algún tiempo después de esto, y alguno antes del de Kavafis, Voltaire escribió: Gozad de la vida, que es poca cosa, esperando la muerte, que es nada. Pero ya les avisé, no me tomen demasiado en serio.
...El informe del forense desveló que no había rastro de sustancias ilegales ni alcohol en su sistema a la hora de su muerte. Lo que si encontró en su sangre fueron anti depresivos y medicación contra el trastorno por déficit de atención con hiperactividad ...


No te das cuenta
pero tu silencio traspasa cualquier sintagma,
anuncia el cansancio y exuda cobardía
rendido ante las ganas, que otros dicen prudencia,
se forja la ruina.
Se van quedando arrugados
la mano, los dedos del alma
y mientras tanto cualquier verbo se nos atraganta.
Suena hueco el vacío,
y te extrañas de que palabras
-antes enormes- no signifiquen nada.
Los hombres, diminutos corales
los nombres, enormes cobardes
se cuentan por miles
y, sabes?
te presentía imposible.
ana

lunes, diciembre 13, 2010

LA PACIENTE LOCURA


La despedida

¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio?
¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos
a cometer un crimen?
¡Ah! poco nos conocemos,
pues un dios manda en nosotros.

¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió
el sentido y nos infundió la vida, al animador,
al genio tutelar de nuestro amor?
Eso, eso yo no lo hubiera permitido.

Pero el mundo se inventa otra carencia,
otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre
nos va gastando el alma
día tras día disimuladamente.

Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado
separa a los dioses y a los hombres,
el corazón de los amantes, para expiarlo,
debe ofrendar su sangre y perecer.

¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a
contemplar
este suplicio, así podré marchar en paz
hacia la soledad,
¡y que este adiós aún nos petenezca!

Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto
del sagrado filtro, tanto contigo de la poción letea,
que lo olvidemos todo
amor y odio!

Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempo
vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá
desangrado
entonces, y apacibles
como bienaventurados
nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro
conversando,
divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del
adiós
rescate nuestras almas del olvido
y dé calor a nuestro corazón.

Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando
como otrora
el dulce canto, las voces, los acordes del laúd,
y más allá del arroyo la azucena dorada
exhalará hacia nosotros su fragancia.


Friedrich Hölderlin





El Eros de Diotima, E.Lledó

...Diotima, "que me enseñó las cosas del eros", según recuerda Sócrates, añade varios matices fundamentales a todo lo que han dicho quienes hablaron antes que ella. La extranjera de Mantinea cuenta, además, el origen de este dios o daimon que "no es ni bello ni feo, ni bueno ni malo", sino algo intermedio -metaxy- entre los dioses y los humanos. Y precisamente en ese carácter de mediador radica la fuerza de Eros, que levanta en los mortales un impulso hacia la hermosura, hacia el bien, hacia la sabiduría. Los dioses no filosofan, "porque ya tienen el saber". Tampoco, refiere Diotima, filosofan los ignorantes, porque la ignorancia en la que están sumidos les impide añorar el saber que se hace presente como filosofía, como forma incesante de amor, de tendencia y apego al verdadero conocimiento de la naturaleza que somos, de la naturaleza en la que estamos. La ignorancia es el castigo supremo de los hombres, y su reino es el de la oscuridad. Sólo el Eros, como divinidad mediadora, como comunicador de ideas, como alumbrador de miradas y sentimientos, quiere salir de la ignorancia levantando esa inagotable fuente de deseo que embellece e ilumina, a pesar de tantas limitaciones, nuestra siempre admirable condición carnal.