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lunes, abril 27, 2009

SILENCIO

La palabra verdadera contiene silencio.
La escritura del poema es una fatigante búsqueda del algo oscuro que nos llama desde la noche y que se esquiva en cuanto las palabras del poema pretenden asirlo, algo inasible, como el aire y la propia noche.
Poesía y silencio siempre han estado íntimamente ligados, como la oscuridad y la noche. El silencio como experiencia impronunciable, trascendental, el punto que distancia en el equilibrio la forma y su contenido, el grito, la "blancura" como decía Mallarmé. Esa otra blancura que no nos tiene nada que decir, y que lejos del lirismo se muestra como una experiencia puramente mística.
El silencio es blanco y es noche. Y es océano y es oscuridad.

ana


DE "CANTO A MÍ MISMO":
Walt Whitman

Creo en ti, alma mía, el otro que soy
no debe humillarse ante ti,
ni tu debes ser humillada ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, quita

el freno de tu garganta,
no quiero palabras, ni música,
ni rimas, no quiero costumbres
ni discursos, ni aún los mejores,
sólo quiero la calma, el arrullo de tu
velada voz.
Recuerdo cómo yacimos juntos cierta

diáfana mañana de verano,
cómo apoyaste tu cabeza en mi cadera
y suavemente te volviste hacia mí,
y apartaste la camisa de mi pecho, y
hundiste la lengua hasta mi corazón
desnudo,
y te extendiste hasta tocar mi barba,
y te extendiste hasta abrazar mis pies.
Prontamente crecieron y me rodearon

la paz y el saber que rebasan todas
las disputas de la Tierra,
y sé que la mano de Dios es mi prometida,
y sé que el espíritu de Dios es mi propio hermano,
y que todos los hombres que alguna vez vivieron
son también mis hermanos,
y las mujeres mis hermanas y amantes,
y que el amor es la sobrequilla de la creación,
y que son incontables las hojas rígidas
o lánguidas en los campos,
y las hormigas pardas en los pequeños
surcos,
y las costras de musgo en el cerco
sinuoso, las piedras apiladas, el saúco,
la hierba carmín y la candelaria.