He paseado al descubierto entre los poros y azucenas de tu recuerdo marchito,
he bebido de las gotas de tu cuerpo,
de esas que permanecen tras el deseo,
he logrado hidratarme de su memoria encerrada, de su sabor cumplido.
He sabido dirigirme, pasear sin plano,
por los rincones de ese cuerpo tejido de callejones,
y sucumbir al sol invernal que acaricia el rostro
tras el letargo infinito de un invierno sin tregua.
Me he refugiado del viento en tus profundos silencios, atravesando puentes hacia tu permanente distancia,
y así, aprender que el camino de tu piel
siempre lleva escrito el cartel de prohibido.
Sentirme proscrita en una grieta dispuesta,
acumulada y sedienta como la siembra
aguardando el milagro de la lluvia y su fiesta,
expectante siempre, agazapada en la tierra.
ana.
El cuadro : "Suburban waker" de Judith Williams.