Poema El Recuerdo
de Samuel Taylor Coleridge
…El heno removido y los primeros frutos,
el heno removido y las mieses de un campo
dicen: se fué el estío. La digital, muy alta,
esparce campanillas de púrpura en el viento,
o cuando se remonta, rozándola, una alondra
o se posa un pinzón en su tallo. El rosal
(en vano predilecto de amores complacidos)
yérguese al modo de una belleza de otros tiempos,
con las espinas, pero se fueron ya las rosas.
Ni logro hallar, en mi paseo solitario,
junto a fuentes o arroyos o en húmedo camino,
la flor azul que brilla, mirando, en la ribera
y es gema de esperanza: el dulce nomeolvides.
Mas no han de marchitarse las flores que Emelina,
con dedos delicados, en la nevada seda
trazó ( bien sabe ella que son mis predilectas),
ni, más querido aún, su cabello de ámbar.
Versión de Màrie Montand
Mira,
se escapan los momentos que en el borde del invierno
resistieron a los fríos,
mira cómo nos miran estos pequeños gorriones
tan alegres que parecen refrescar el viento
y pintarlo de alegría.
Mira si puedes, como abandona este invierno
la cornisa de mi ventana y se llena la mañana
de brotada primavera,
mientras,
callan las últimas nieves en las montañas.
¿No ves cómo mis dedos florecen de nuevo
al calor tibio de este silencio azul
y me llenan tus palabras antiguas de placer?,
cómo escucho el zumbido de tus mariposas nocturnas
y es su canción como un arrullo en las noches?
Mira,
no puedo dolerme, lo sé,
pues no existes más que aquí dentro,
en el estúpido milagro que elabora esta alegría de estar viva
y estar aquí, y saberte
bajo el manto del recuerdo constante
y machacón,
como un estribillo que no puedes dejar de cantar,
de decir, de rezar.
Así estás todavía, por aquí,
en la vereda de mis andares,
y yo, sembrando flores azules
para que no me olvides.
ana