Ciegas como luz a la que se mira fijamente
vuelves, regular como los solsticios
a mi mente diminuta.
Escoges el silencio de las piedras,
el color de cualquier gema,
el sabor mineral del recuerdo.
Me recoges
como las moradas de piedra
recogen el eco del silencio de la noche,
manas
bajo el cortinaje de mi piel
como lo hace el agua de las escorrentías
que fluyen
bajo tu peso de sabio.
ana