"You who are so far from me
Far from me
So far from me
Way across some cold neurotic sea
Far from me..." Nick Cave.
Me gusta quedarme quieta, callada, absorta, reflexionar largas horas, con la atención puesta o no puesta (quién sabe), en alguna nota banal, en el margen de un libro o en el perfil del horizonte brumoso; pasar largas horas de un día de verano absorta en el musgo de una roca que baña el mar y mirar un pequeño cangrejo hurgando en el verdín aterciopelado con sus pincitas enanas, dueño del mundo, sin serlo en absoluto; perderme durante horas en una canción que se licúa y mece mi sangre como se mece el vino en la copa con un leve movimiento, acunado por alguna razón que el propio vino desconoce. Recordar el olor de alguien, el sabor de una boca, soñar con los ojos abiertos una mañana entera al mismo borde del mar que crece y sube hasta tocar mi cuerpo, y mi mente, a la que saca de ese sopor estable; perder todo sentido de movimiento o de existencia física gracias a una absoluta y total quietud que paraliza casi por completo mis músculos silenciosos y laxos. El tiempo transcurre inexplicable, la mente bañada de crema flota en un viscoso estado de aletargamiento que me place tanto que pienso en mi estado mental como afecto de algún dios menor y me encojo de pronto, me retraigo y me levanto dolorida de tanto placer. Un escalofrío me empuja entonces hacia la huida. Me visto, monto mi bicicleta y escapo al mundo real por el atajo del camino más cómodo, y vuelvo a esa realidad que emerge de pronto de entre las sombras de los retorcidos tamarises centenarios.
ana (C.U., Agosto 2008)
http://www.youtube.com/watch?v=JHsXMkv9jjo