"¿Debo yo escribir?"
Vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida. Que hasta en su hora de menor interés y de menor importancia, debe llegar a ser signo y testimonio de ese apremiante impulso. Acérquese a la naturaleza e intente decir, cual si fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de amor. Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes: son los más difíciles. Pues se necesita una fuerza muy grande y muy madura para poder dar de sí algo propio ahí donde existe ya multitud de buenos y, en parte, brillantes legados. Por esto, líbrese de los motivos de índole general. Recurra a los que cada día le ofrece su propia vida. Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde sinceridad. Valiéndose, para expresarse, de las cosas que lo rodean. De las imágenes que pueblan sus sueños. Y de todo cuanto vive en el recuerdo. [...]
Rainer M. Rilke
París, a 17 de febrero de 1903
de "Cartas a un joven poeta"
* * * * * * * * * * * * * * * * *
El espacio callado de mi memoria, tartamudea y se hace confuso,
sílaba a sílaba gotea en el recuerdo,
olvidadizo como un anciano enfermo.
Camina despacio con pasos inciertos, inseguro,
el corto pedazo de suelo conseguido,
al rato su memoria falla,
- ¿hacia dónde iba?, dice, -no recuerdo nada.
Vuelvo a casa, pinchos en mis sandalias...
El goteo cesa, ahora ella descansa.
¡Despierta!,
El grito se hace su hueco, destapa la tarde.
¡Vuelve!, no corras, me perteneces,
si huyes, vuelve recompuesta, vestida de largo
y traeme flores de las praderas.
Trae palabras, las que nunca encuentro
en estos campos baldíos, de hierba seca.
Trae retoños encaramados y vigorosos
vocablos, trae tu fiesta.
Florecida memoria en la tarde yerma,
te sientas en tu banco, en tu eterna espera,
Penélope de estación para mi memoria ciega.
ana
El cuadro: The Land of Counterpane by Jessie Wilcox Smith