He escuchado decir alguna vez:
Ten cuidado con lo que deseas, porque se puede cumplir.
Esta tarde no dejaré escapar
ni un solo pedazo
de esos
que dejas caer
bajo el vuelo circular de tu viaje.
Sola, retengo todos y cada uno
de los atrevimientos,
los cristalitos plateados
que fuiste dejando en la orilla
para mí.
Tuve suerte de que estuvieras por aquí.
Comprendo ahora el silencio a veces,
tu acera sin flores,
tu camino sin huellas.
Tengo piedad como dices,
tan solo tiento a la suerte
cuando leo bajito tu nombre
y me digo:
- qué demonios!
cuánto te quise!
ana