si vienes, si subes a mis manos
no es porque yo te llame.
No subas, no traigas tu pelo graso
ni tu indolente rostro de astro lejano
yo no te llamo y son tus rastros
los que dejan la sabia oscura
pegada en mis labios.
Noto tu beso nocturno
ese que no me das pero llega
hasta mi boca.
Noto tu verbo líquido y oxidado
manchando mis venas.
Pero te quiero, es cierto,
aunque no sé de qué manera.
ana