Miedo e inconstancia, estos pasos apresurados que acuden a la morada lila de la costumbre. El verso permitido y la prudencia ante lo que no digo, ante lo que no hago, me empujan y empujan por la espalda. El misterio de la vida de los sueños y sus promesas incumplidas que destiñen de negro el fondo del armario en el que guardo con esmero los zapatos usados que pisaron tu suelo. Miedo a no recordar. Miedo a olvidar tu rostro, a seguir oliendo a viejo el resto de mi vida. Húmedos transeúntes alquitranando el suelo de mi morada lila, harapientos y esqueléticos como presos condenados a trabajos forzados. Inconstancia, letargo de la voluntad envuelta en la farándula de la vida que toca una música suave de verbena de pueblo al atardecer. Me dejo. Bailo al ritmo de la seda roja y de unos rizos.
ana