llenando el cubo de zinc de mi tristeza.
Un agua corroída de impulsos oxidados
agitándose en el fondo tembloroso y rojizo.
Y me digo, ya rebosa el vaso,
su agua maloliente y sucia,
es hora de vaciarse del poso
de la herrumbre sumergida.
Es hora, me digo, de reparar las tejas
de arrancar musgos y helechos de sus lomos,
de recolocar sus canales y cobijas.
Llueve con lluvia de Abril en un Junio de paso,
rostro y veredas húmedos de distancia.
Se llena el cubo del agua de la ausencia
y calla su úlltima vez.
y calla su úlltima vez.
Es la hora, diminuta gota,
vuelco el cubo por el ventanuco alto;
abajo, desde tu rostro me miras
con mirada de nido muerto y de pájaro.
ana