Me castigas, el silencio pesa, el rastro de tu abandono se esparce como polvo acumulándose sobre las losas de la nada. Las losas que tapan la tumba de un muerto, que le cubren el rostro invisible, que le cierran en su negro espejismo. Pero el polvo te delata, su rastro te delimita como huellas dactilares acusadoras de tu presencia constante, sobre mí, debajo de mí, en mí.