Quisiera inventar el final del humo,
el intenso tapiz del amarillo perfecto
bordeando este mar nutrido de melancolía.
Caminar el remanso del blanco luminoso
cubriendo la vereda del silencio
para descubrir en la soledad,
el azul sublime del cielo.
Llegar al altar, a la delicadeza,
al lugar donde la música se detiene,
se descalza y reza.
Sostener en mis manos, la suave ofrenda
de sus labios, su sonrisa y su beso
sostenido de luz,
cubierto de esperanza.
Algunas estrellas tienen suerte
y la luz siempre les alcanza.
ana