Un rayo delicado, de luz inmediata y definitiva derrama su claridad sobre las cosas de siempre y hace que aparezcan nuevas, sorprendentes. La brisa del mar, tan cerca! Huele el aire a melodía de silencio, el campo a verde quietud sin tiempo, el trino de la soledad agita sus alas pequeñas. Estoy sola, como lo está el campanario, quieta como las piedras, silenciosa como los campos. Se acumula el peso del placer en mis párpados cerrados, sostengo la melodía, aspiro el aire de las encinas iluminadas. Soy feliz. Adentro todo es oro y trigo verde esperando el murmullo de la brisa y la tarde avecinada. Bajo las manos, esta tierra caliente fue mecida en otras manos hoy ausentes.
Abril 2013
ana