ARENA Y AIRE
¿En dónde sino en el aire mis castillos?
¿De qué sino de arena mis murallas?
Pues el hierro ya es orín,
de la piedra sólo hay polvo,
el mármol se hizo añicos.
Mas a oscuras y en silencio,
de arena y en el aire,
temblando,
mis torres prevalecen.
Guillermo López Lacomba
Casi no casaban sus casos en aquel caos, había días en que a uno le sobresalía de las arrugas, la hambruma del alma y se le llenaban de atá-vidas impulsiones los días y sus broches. Mientras nos correccionabamos al uni-boco, labio con labio y nos lamistrábamos las lenguas una contra otra, tu implurabas mi in-clon-ciencia y tu desenvaine surcaba las horas abrumadas en la marea de tus faros a-pagados. No apaciguabas la luz de la interna que brindaba con el aire de la harinada noche ni su consecutiva astucia para virar como arco o ave ante la merivienta fuerza del sabotaje y ya estabas matado en puerto antes de entenderte.
ANA