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lunes, diciembre 13, 2010

LA PACIENTE LOCURA


La despedida

¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio?
¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos
a cometer un crimen?
¡Ah! poco nos conocemos,
pues un dios manda en nosotros.

¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió
el sentido y nos infundió la vida, al animador,
al genio tutelar de nuestro amor?
Eso, eso yo no lo hubiera permitido.

Pero el mundo se inventa otra carencia,
otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre
nos va gastando el alma
día tras día disimuladamente.

Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado
separa a los dioses y a los hombres,
el corazón de los amantes, para expiarlo,
debe ofrendar su sangre y perecer.

¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a
contemplar
este suplicio, así podré marchar en paz
hacia la soledad,
¡y que este adiós aún nos petenezca!

Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto
del sagrado filtro, tanto contigo de la poción letea,
que lo olvidemos todo
amor y odio!

Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempo
vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá
desangrado
entonces, y apacibles
como bienaventurados
nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro
conversando,
divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del
adiós
rescate nuestras almas del olvido
y dé calor a nuestro corazón.

Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando
como otrora
el dulce canto, las voces, los acordes del laúd,
y más allá del arroyo la azucena dorada
exhalará hacia nosotros su fragancia.


Friedrich Hölderlin





El Eros de Diotima, E.Lledó

...Diotima, "que me enseñó las cosas del eros", según recuerda Sócrates, añade varios matices fundamentales a todo lo que han dicho quienes hablaron antes que ella. La extranjera de Mantinea cuenta, además, el origen de este dios o daimon que "no es ni bello ni feo, ni bueno ni malo", sino algo intermedio -metaxy- entre los dioses y los humanos. Y precisamente en ese carácter de mediador radica la fuerza de Eros, que levanta en los mortales un impulso hacia la hermosura, hacia el bien, hacia la sabiduría. Los dioses no filosofan, "porque ya tienen el saber". Tampoco, refiere Diotima, filosofan los ignorantes, porque la ignorancia en la que están sumidos les impide añorar el saber que se hace presente como filosofía, como forma incesante de amor, de tendencia y apego al verdadero conocimiento de la naturaleza que somos, de la naturaleza en la que estamos. La ignorancia es el castigo supremo de los hombres, y su reino es el de la oscuridad. Sólo el Eros, como divinidad mediadora, como comunicador de ideas, como alumbrador de miradas y sentimientos, quiere salir de la ignorancia levantando esa inagotable fuente de deseo que embellece e ilumina, a pesar de tantas limitaciones, nuestra siempre admirable condición carnal.