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viernes, noviembre 14, 2008

CENIT

¿Qué pasará cuando esas palabras que nos sirven como metáforas de la vida, de las emociones como el amor y el odio, como la alegría y la tristeza, la nostalgia y el olvido, el dolor y el placer...se agoten?
¿Qué ocurrirá entonces cuando el olor que percibamos comience a ser el que deja a su paso el agua podrida o estancada? Cuando una fruta sazonada deja paso a una manzana que se arruga en nuestras manos y sus líquidos son devorados por la transformación de la energía. ¿Qué ocurre cuando ese beso deseado, se repite y repite, Y de pronto a uno ya no le dice nada?
¿Será que necesitamos la fantasía y la evocamos y la buscamos y repetimos como un mantra para la supervivencia emocional?
¿Será porque tenemos el límite de la visión enmarcado en el cenit de los acontecimientos?
¿Será porque en la vida del día a día, necesitamos que aparte de un número exagerado de eventos sin sentido y repetitivos, precisamos también de esas "sorpresas" que hacen que estalle nuestro pecho y nos hacen tocar la Vida y comprender que todo lo demás se justifica de ese modo y que el aburrimiento deja de despedir por un momento ese olor a podrido?.
El problema es mirar demasiado al pasado y es un problema tan peligroso como el de mirar al "futuro del pasado", confundir nostalgias con sueños, querer atrapar la definición de la vida en pequeñas explosiones de la memoria que permitan descubrir vías sin retorno, aún sin recorrer por casi imposibles, abandonos sin compromiso, abandonos del presente por un paseo por el jardín del firmamento.




Sé del firmamento,
sin embargo los astros parecen
haberse agolpado todos
hoy en mi garganta.
Al verte, he explotado
y todos se han escapado deshechos
en polvo de estrellas.
Sé de los astros
colgando orgullosos del universo azul oscuro
cuando no están conmigo,
en un acto lejano pero hermoso.



Sé de los sueños queriendo confundirme,
apretando mi memoria, apartando
el espejo, de mis días sin brillos,
ofreciendo un peligroso rojo fruto
que me muestra un instante de juventud
alocada y esplendorosa.

Ella, me ofrece el fruto,
avanzo...
mordisqueo casi sin ganas,


pero cegada
me hundo en la tentación
y caigo cual Blancanieves escuálida
al fondo del pozo negro del pasado.
De pronto, un olor cenagoso
me marea aun más,
y me levanto queriendo huir
pero recaigo,
poderosa droga,
mortífera adormidera.


ana